El patrimonio cultural de Portugal se ha visto marcado por influencias de África, América y Asia, por los pueblos que allí vivieron antes de su fundación y por el carácter afable y acogedor de los portugueses.
10 claves para vivir Portugal y la cultura lusitana a fondo
Patrimonio de la Humanidad
Portugal cuenta con 22 referencias consideradas Patrimonio de la Humanidad, entre las que se encuentran monumentos, centros históricos de ciudades, paisajes y patrimonio inmaterial. En los «contenidos relacionados», más abajo, podrá encontrar información sobre cada una de ellas.
Es necesario señalar que antes de Sintra no existía la categoría Paisaje cultural, ya que fue creada por la UNESCO para distinguir a una sierra y un parque natural de exuberante belleza, salpicados de palacios y quintas llenos de historia y cultura.
Azulejos
Son una presencia constante en la arquitectura portuguesa. Ningún otro país reviste tantos exteriores de casas, iglesias, palacios, etc. Son de origen musulmán, y empezaron a producirse en Portugal a finales del siglo XV. Su apogeo se remonta al siglo XVIII, con el azulejo azul y blanco.
En el Museo Nacional del Azulejo de Lisboa se ilustra su historia, aunque basta viajar en tren por el país, visitar sus ciudades o utilizar el metro de la capital para poder apreciar hermosos ejemplos de este arte decorativo tan característico de Portugal.
Estilo manuelino
Mientras en Europa se construían catedrales góticas, en Portugal se introducían en la arquitectura y la escultura elementos de inspiración marítima y símbolos del poder real, como la esfera armilar, en lo que llegaría a ser conocido como estilo manuelino. Llamado así por su nacimiento durante el reinado de Manuel I (1495-1521), la gran época de los descubrimientos portugueses, este estilo tiene como mayores ejemplos el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belén, el Monasterio de Batalha y el Convento de Cristo, pero se pueden encontrar a lo largo de todo el país construcciones y decoraciones de sabor manuelino en iglesias, palacios, pelourinhos (picotas) e incluso en la arquitectura civil.
Barroco
El barroco es sinónimo de esplendor y ostentación, y se manifestó, sobre todo, durante el reinado de Juan V de Portugal (1707-1750), cuando el oro y las piedras preciosas llegan desde Brasil y se inicia la exportación del vino de Oporto. Sus grandes obras son el Convento de Mafra, el Acueducto de las Aguas Libres de Lisboa y la Biblioteca de la Universidad de Coimbra, pero está presente en todo el país, por ejemplo, en los tempos revestidos de talla dorada y azulejos. En el norte destaca el nombre de Nasoni, responsable, entre otros, de la Torre y de la Iglesia de los Clérigos, en Oporto, y del Palacio de Mateus de Vila Real, pero también encontramos este estilo, por ejemplo, en la fastuosa colección del Museu dos Coches (Museo del Carruaje) de Lisboa.
Pueblos y ciudades
Portugal es famoso por su patrimonio y su arquitectura. Además de sus ciudades Patrimonio de la Humanidad, destacan, entre muchas otras, Viana do Castelo, Braga, Caminha, Barcelos, Ponte de Lima o Amarante en el norte, Viseu en el centro, Santarém o Setúbal en las proximidades de Lisboa, Tavira y Silves en el Algarve, y Funchal y Ponta Delgada en Madeira y las Azores, respectivamente.
El románico del norte demuestra que ahí empezó Portugal, y los castillos de la frontera y los pueblos históricos del centro de del país son testigos de nueve siglos de historia. Y lo mismo sucede con las «Aldeias do Xisto» (pueblos de pizarra) y los numerosos pueblos y villas amuralladas, entre los que destacan Óbidos, Marvão y Monsaraz. En el Alentejo encontramos mármoles, y casas de tierra encaladas. Como las del Algarve, rematadas en una azotea.
Son muchos los arquitectos contemporáneos que han encumbrado el nombre de Portugal, aunque basta nombrar a los poseedores del Premio Pritzker: Álvaro Siza Vieira, galardonado en 1992, y Eduardo Souto de Moura, galardonado en 2011.
Espacios sagrados
De norte a sur de Portugal, y en sus islas, son muchos los espacios sagrados que merecen una visita, si bien todos ellos culminan en Fátima, centro de culto a Nuestra Señora. Entre los muchos que se podrían citar, destacan las sés (iglesias episcopales), casi todas ellas del periodo de fundación de Portugal, aunque reformadas siguiendo los movimientos artísticos posteriores.
Además de los templos más famosos y visitados, también vale la pena destacar la expresión rural de los «Imperios» vinculados a las fiestas del Espíritu Santo, en las Azores, y las fiestas del Señor Santo Cristo de los Milagros, en la isla de São Miguel.
De la época de los moros quedan pocos vestigios del culto sagrado, pero la villa-museo de Mértola, en el Alentejo, es una excepción que merece una visita.
Afortunadamente, contamos con muchos restos de otra creencia religiosa, el judaísmo, que dejó sus marcas por todo el país, por ejemplo, en la sinagoga de Tomar y junto a la frontera con España, concretamente en Belmonte, Guarda, Trancoso y Castelo de Vide.
Fado
El fado es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2011. Durante muchos años estuvo ligado al nombre de Amália, aunque en la actualidad son muy numerosos los nombres que forman la nueva generación de fadistas de renombre internacional, como es el caso de Mariza, Gisela João, Camané, Carminho y Ana Moura.
Para sentirlo con toda profundidad, nada como escucharlo en una casa de fados, a la luz de las velas y con la emoción de las voces y las guitarras portuguesas. El Museo del Fado de Lisboa es un buen lugar para familiarizarse con esta música tan característica de Portugal.
Literatura
Portugal es un reconocido país de poetas. Su poesía se inició al mismo tiempo que la nación, con la poesía trovadoresca, pero escaló a lo más alto de la epopeya durante el Renacimiento, con la publicación de Los lusíadas, obra en la que Luís de Camões (1524-1580) canta las hazañas de los portugueses en sus descubrimientos.
A principios del siglo XX adquirió tonos más universalistas con la obra de Fernando Pessoa (1888-1935), el poeta portugués más traducido. Sin embargo, fue la prosa de José Saramago (1922-2013) la que conquistó el Premio Nobel en 1998.
Fiestas y festivales
Portugal, sobre todo en verano, es un hervidero de fiestas tradicionales, como las de Viana do Castelo, Tomar y Campo Maior, o la Fiesta de la Flor de Funchal, en Madeira. Y no nos olvidemos de los Santos Populares, que se celebran en Lisboa el 13 de junio y en Oporto el 24 de ese mismo mes.
También se celebran festivales de rock, jazz, música étnica… En fin, hay música para todos los gustos. Algunos festivales transcurren en lugares tan atractivos como los artistas invitados, como es el caso del Festival del Sudoeste, del de Paredes de Coura, del Super Bock Super Rock, y del Nos Alive.
Gastronomía
Portugal vive en la actualidad una auténtica exaltación de los sabores en la que los chefs combinan productos y recetas tradicionales con la cocina más contemporánea. Cinco iconos de nuestra gastronomía ocupan un lugar destacado: el mejor pescado del mundo, la cataplana (símbolo vivo de la cocina mediterránea), el vino de Oporto (inimitable), el pastel de nata («dulce celestial») y nuestros chefs (que fusionan tradición, innovación y creatividad). Gracias a todos ellos, la UNESCO reconoció a Portugal como uno de los países incluidos en la dieta mediterránea. Por encima de todo, nos gusta charlar alrededor de una mesa, y hacer de cada comida un momento para recordar.
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