Sobre el Sector Tecnológico gira esta columna de Alejandra Oniszczuk, Socia y Directora de AW Global, en la cual analiza las oportunidades que el contexto político – económico brindaron a la industria tech durante las últimas dos décadas y cuál fue el provecho que el sector debería haber tomado de las mismas.
En el año 2004, la Ley de Promoción de la Industria del Software y Servicios Informáticos (o “Ley de Software” a secas), se propuso impulsar a ese sector mediante beneficios fiscales y apoyo a la investigación, exportación y creación de empleo calificado. Con el mismo espíritu, en 2019 el Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento amplía estos incentivos a sectores innovadores como biotecnología e inteligencia artificial. Así, durante las últimas dos décadas y bajo el gobierno de diferentes espacios políticos, la industria IT viene encontrando contextos ideales para convertirse en uno de los motores económicos de Argentina.
Durante ese período, la industria tech ha sido la de mayor crecimiento en nuestro país y se ha consolidado como uno de los motores económicos y una de las principales fuentes de exportaciones de Argentina: contamos con 12 empresas consideradas “unicornios” (es decir, valuadas en más de mil millones de dólares) y todas son de base tecnológica; además de que dos tercios de las empresas tech autóctonas son exportadoras. También Argentina ha sido el país que mayor cantidad de inversiones del exterior ha recibido en esta materia: todas las grandes empresas desarrolladoras del mundo hoy tienen presencia en nuestro país.
Sin embargo, si nos comparamos con otros países de la región y del mundo que son nuestros competidores en el mercado de exportaciones IT, Argentina ha crecido a una tasa de crecimiento menor, perdiendo posicionamiento internacional dentro de esta industria. La industria del conocimiento creció exponencialmente en todo el mundo durante el último cuarto del siglo, y Argentina pudo subirse a esta ola; pero hay otros mercados que vieron mucho mejor el negocio que nosotros, o fueron mucho más consistentes con sus planes, y lograron un mayor crecimiento.
Hemos aprovechado la ola de crecimiento mundial por la transformación digital, pero no explotamos al máximo nuestro potencial. Todo hace presumir que Argentina podría estar en una tasa de crecimiento mucho mayor a la actual. ¿Por qué no pudimos hacerlo, cuando el contexto político siempre, en mayor o menor medida, acompañó? ¿Será que nunca hemos articulado un plan de exportaciones coherente y sostenible en el tiempo que haga que las empresas sean más atractivas para el exterior?
Tengamos en cuenta que el impulsor de las exportaciones en IT sigue siendo el hecho que el mercado doméstico es muy chico y consume muy poco tiempo del talento disponible. La transformación digital en Argentina ha sido leve: nuestro consumo de aplicaciones sofisticadas es baja, porque la industria PyME en general no se ha transformado. Entonces, ese sobrante de talento, en un contexto en el que el mercado mundial comenzó a demandar cada vez más, es lo que Argentina exporta. Al igual que otros países.
Más allá de los contextos políticos favorables, los esfuerzos para sortear los vaivenes de la coyuntura económica nos hicieron alejarnos de una mirada más estratégica y a largo plazo. Así, salvo algunas excepciones, nuestra industria tech se ha posicionado como un gran exportador de horas de trabajo de recursos calificados, a un bajo costo a nivel internacional; y no como un mercado que apuesta a sacar el máximo provecho, realizando las inversiones necesarias para lograrlo.
Hoy, la industria IT se debate en cómo no perder competitividad internacional en materia de precios, a partir de la baja del dólar; incluso considerando relocalizar su operación en otros países que hoy ofrecen fuerza de trabajo más económica. Creo que el enfoque debería estar en la generación de una oferta de valor reconocida por su calidad, sabiendo que el mercado va a pagar lo que vale, en lugar de seguir compitiendo en un mercado que prioriza el volumen y con márgenes menores; y ahorrará valioso tiempo a los empresarios del sector que hoy se destina a estrategias de pricing y salarios.
Lo que está ocurriendo evidencia que los contextos económicos cambian. Esto ratifica que el objetivo de todo el sector debería ser el liderazgo basado en la calidad de sus soluciones, ya que para mantener el mismo no dependerá de otros factores.