Ilhabela es algo más que una parada de cruceros

Ilhabela

Ilhabela es muy conocida por ser una de las paradas obligatorias de los itinerarios de cruceros que salen desde Buenos Aires o desde Montevideo. Localizada en el Litoral Norte del Estado de Sao Paulo, esta isla encanta a todos con sus 42 playas paradisíacas y 94% de Mata Atlántica preservada. Posee una rica flora que alberga árboles centenarios y especies raras, únicas, en su fauna diversa, además de sus bellas cascadas naturales. El Parque Estadal de Ilhabela posee una de las mayores reservas de la Mata Atlántica del planeta y es considerado Patrimonio Natural y Reserva de la Biosfera por la UNESCO.

Si no fuese suficiente la exuberante belleza natural, el imaginario de los turistas es estimulado con una historia riquísima, cultura, leyendas e historias de piratas y tesoros. Para completar la experiencia de aquellos que visitan la isla, la ciudad cuenta con más de 6 mil camas de hospedaje, además de una variada gastronomía que incluye la cocina Caicara, contemporánea, mediterránea, italiana, japonesa, tailandesa y brasilera.

Ilhabela es el destino perfecto para quien desea descansar a la orilla del mar, escuchando el sonido de los pájaros, o para quienes buscan aventura, diversión y entretenimiento: entre las actividades que el archipiélago proporciona, están el ecoturismo, deportes náuticos y submarinismo, practicado en lugares como el Santuario Ecológico de la Isla de las Cabras y en naufragios. Debido a su geografía privilegiada y a los vientos constantes a lo largo del año, la ciudad es conocida como la Capital Nacional de la Vela.

En la isla también es posible hacer paseos de escunas, alquilar un barco, aventurarse en jeep en un paseo off-road, o también casarse en una ceremonia en la playa con un escenario sacado de una película cinematográfica.

Ilhabela
Naufragios, una excusa para sumergirse

Un escenario de naufragios para sumergirse

Ilhabela se sitúa de modo estratégico en el medio de las rutas de comercio entre África, Europa y Sudamérica. La isla fue testigo de la intensa navegación acaecida a lo largo de la costa brasileña. Los navíos que pasaron por esta región eran inicialmente oriundos de expediciones que exploraban el nuevo continente. La mayoría de ellas en búsqueda de riquezas, por parte de corsarios en dirección a los mares del sur, y que invadían y saqueaban embarcaciones de la corona española, cargadas de tesoros a su vez saqueados de poblaciones indígenas.

Una serie de factores como las condiciones climáticas y geográficas, además de las geológicas del archipiélago, produjo que esta parte del litoral paulista fuera escenario de innumerables naufragios a lo largo de los siglos. La ausencia de navegación, sumados a los frentes fríos que venían del sur y alteraban vientos y corrientes marítimas, eran algunas de las causas de los accidentes.

En la ciudad se encuentra el Museo Náutico, con entrada gratuita, que relata de modo técnico, histórico y visual los principales naufragios famosos. Tiene una colección de más de 1500 piezas rescatadas de naufragios, como el legendario Príncipe de Asturias, un trasatlántico español que se accidentó en 116. Una de las curiosidades es que fue realizado en el mismo astillero que el Titanic. La nave chocó contra la Punta da Pirabura durante una tempestad y de los 611  pasajeros sólo sobrevivieron 164. Situado a 100 metros de la costa, su profundidad está entre los 18 y 45vmetros. Otros naufragios famosos, de entre los 16 que hoy son identificados, fueron el Dart, en 1884, y el Aymoré, en 1920.

Ilhabela
Museo Náutico de Ilhabela

Tradición comunitaria Caiçara

La cultura caiçara es muy rica y está presente en cada rincón de Ilhabela. Molinos de harina, pesca artesanal, el famoso plato Azul marino (hecho con pescado sobre hojas de plátano verde) y las manifestaciones culturales y religiosas, como la Congada, muestran que la comunidad mantiene sus raíces como desde hace siglos.

En algunas localidades, como Castelhanos y Bonete, siendo aisladas, esta tradición es aún más evidente. Casas de palo a pique, redes de pesca que son encimadas sobre los árboles a orillas del mar, canoas de remo, hacen parte del día a día de estas comunidades. Todos se reúnen para conmemorar las fiestas de San Benito en mayo, de San Pedro en junio y de Santa Verónica (la fiesta más importante en Bonete, en julio).

La Congada es una de las mayores manifestaciones folclóricas de la cultura Caicara preservada hasta el día de hoy. Se trata de una festividad católica que rinde homenaje a San Benedito, padre del pueblo negro, típica danza de origen africano pasada de generación a generación.

Durante la ocasión de los festejos, los devotos hacen una procesión donde deambulan las calles de la villa, el centro histórico de Ilhabela, y se dirigen a la Iglesia Matriz de Nuestra Señora de la Ayuda y Buen Suceso, donde se realiza la misa de homenaje al santo.

La fiesta cuenta la historia de dos grupos que se desentienden por querer conmemorar ambos la fiesta santa. La dramatización de hace con partes habladas, cantos y danzas y bailan al son de las marimbas y de tambores (atabaques).

Los congos o congueiros son divididos en dos grupos. El primero, formado por los Congos de Cima, que representan a los hidalgos o Vasallos, considerados cristianos, sumisos al Rey. El segundo, son Congos de Baixo o Congos del Embajador, que son paganos, moros o infieles.

Ilhabela
Praia da Fome

¿Qué hacer en un día de parada en Ilhabela?

Si su crucero o ferry se detuvieron en Ilhabela y tiene tiempo para disfrutar de la isla, es recomendable en primer lugar saber cuáles servicios puede contratar desde la misma compañía del crucero. Esto, debido a que en vacaciones el tiempo no es igual y debe cumplir con un horario de abordaje en el navío.

La secretaría de turismo del municipio recomienda:

-Hacer deportes náuticos en el Canal de Sao Sebastiao, que tiene aguas al resguardo y viento constante todo el año, para practicar surf, kitesurf, windsurf y stand up paddle, entre otros.

-Hacer un viaje off-road en jeep y atravesar la Carretera del Parque de Castelhanos. Son, aproximadamente, unos 15,5 kilómetros desde el Parque Estadual de Ilhabela hasta la famosa playa de Castelhanos, una de las más hermosas del sur de Brasil. El contacto con la Mata Atlántica es intenso, por lo que se recomienda usar potentes repelentes, a ser posible el que se hace en la propia Ilhabela. Los borrachudos, unos mosquitos muy agresivos, son endémicos y por esa razón es mejor usar el producto local para repelerlos.

Ilhabela
Praia dos Castelhanos, con su famosa forma natural de corazón

-Hacer un paseo en goleta. Todos los días salen desde los muelles de Perequé y Vila con destino a Playa de Fome y Jabaquara, situadas al norte de la isla. La primera está resguardada en una ensenada con aguas verdosas y transparentes. Mientras que Jabaquara es cortada por arroyos que forman piscinas naturales y sus aguas tranquilas son perfectas para nadar y hacer snorkel.

Ilhabela
Jabaquara, un oasis de piscinas naturales

-Hacer senderismo y montañismo. Hay para todos los niveles físicos, autoguiados y con obligatoriedad de acompañamiento. Casi todos dan a cascadas (cachoeiras) de suma belleza y pureza, en el contexto de una frondosa vegetación. Hay paseos que van desde 30 minutos hasta 7 horas o más, como la excursión al Pico de Baepi, un desafío pero con una espectacular vista cuando se llega a la cima, a 1048 metros de altitud.

El nombre Baepi tiene origen tupí-guaraní y significa “montaña calva”. Antes de llegar al primer kilómetro, el sendero cuenta con un hermoso mirador con vista panorámica del Canal de São Sebastião, desde donde se puede ver el Parque Estatal da Serra do Mar, los municipios de Ilhabela, São Sebastião y Caraguatatuba, así como islas como las del Archipiélago dos Alcatrazes, protegidas por la Estación Ecológica de Tupinambás.

Ilhabela
Vista desde el Pico Baepi (“montaña calva” en guaraní-tupí)

Cómo llegar a Ilhabela

Si va en crucero, Costa Crucero, por ejemplo, tiene parada en la isla dentro de su itinerario con pernocta dentro o en hotel a la medida del viajero. Además cuenta con servicios extra y de corta duración como el paseo hacia la Playa del Curral, para disfrutar de 2 horas de relajación y dos de trayecto ida y vuelta según el tráfico de ese momento.

Si viaja a Sao Paulo y llega al Aeropuerto de Guarulhos debe ir hasta la casilla de Airport Bus Service para comprar un pasaje hasta el terminal de Tietê (40 reales). Una vez en el Terminal Rodoviario de Tietê, compre sus boletos de ida y vuelta (unos 214 reales, que incluyen impuestos. Hay que fijarse si se va por Maresías y Sao Sabastiao (y se cruza en balsa) o si va por la montaña y llega por el otro acceso a Ilhabela. Ambos pasajes se pueden comprar en linea antes de llegar a Brasil.

 

Agradecimientos Municipio de Ilhabela y Circuito Litoral Norte de Sao Paulo
Marsolaire Quintana

Soy escritora de no ficción. Me especializo en negocios corporativos y lifestyle. Gusto de las buenas pailas, los destilados con carácter y las fragancias perdurables.

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