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El nuevo rostro de Arnaldo B

Arnaldo B

Arnaldo B es el vino ícono de Bodega Etchart que nació en 1990 como un homenaje al fundador del establecimiento a partir de las mejores uvas de Cafayate. Con el objetivo de actualizar su imagen, la bodega presenta una nueva etiqueta que hace honor a uno de los rincones más emblemáticos y a la tradición que encierra este vino.

Arnaldo B es el segundo vino más antiguo del establecimiento y el resultado de un proyecto que nació en 1988 con la participación del prestigioso enólogo francés Michel Rolland, cuyo objetivo fue crear un tinto de alta gama y de estilo internacional apostando por el gran potencial que percibía en el terroir de Cafayate. Elegante, complejo y estructurado, este gran blend es un vino a la altura de Arnaldo Benito Etchart: un prócer de la vitivinicultura argentina.

Bodega Erchart, Cafayate

En el año 1938 Arnaldo adquiere la bodega que pertenecía a la familia de su esposa Carmen Rosa, e inicia el proceso de desarrollo que ha llevado al establecimiento a convertirse en lo que es hoy: uno de los más prestigiosos de la Argentina. Una de las primeras innovaciones que Arnaldo introdujo en Bodega Etchart fue el embotellado de los vinos, que antes se vendían a granel, y comenzó a experimentar con cepajes tintos europeos, proyecto del cual nace el vino Arnaldo B en 1990.

Arnaldo B y sus caldos poderosos

Elaborado con una base de Malbec (60%) y Cabernet Sauvignon (20%), el resto del corte varía año a año dependiendo de la cosecha entre las cepas Tannat, Syrah, Bonarda, Ancelotta y Petit Verdot.  Puntualmente el corte de este año, a la base de Malbec y Cabernet Sauvignon se le suma 10% de Tannat, 5% de Petit Verdot y 5% de Ancelotta.

“La búsqueda y el cuidado de los mejores componentes que integran este Blend único, nos permitió obtener un vino seductor y de gran complejidad”, comenta Carlos González, el Primer Enólogo de Bodega Etchart.

Entre sus notas de cata, se caracteriza por su color tinto rojo rubí, vivo e intenso con reflejos violáceos. En nariz se expresa lleno de juventud y un marcado perfil floral, con notas de frutas frescas y la complejidad del corte  de las diferentes variedades. En boca es fresco y de buena textura, vibrante y con buen equilibrio.

Sobre cómo las condiciones climáticas afectaron a la cosecha, González comentó que los días frescos y nublados provocaron una madurez lenta, en donde no se despegaron tanto los azúcares de los polifenoles, logrando alcoholes equilibrados, de buena acidez y concentración.

“Cada vendimia tiene su particularidad y esta no fue la excepción. Por un lado el inicio de la pandemia y por el otro, lo que tiene que ver con el clima. Se registraron lluvias que marcaron un hito histórico desde 1985 con 260 mm entre la primavera y el verano , en lugar de concentrarse en vendimia, como es habitual”, expresó González y agregó: “Sin embargo, la sanidad no se vio afectada gracias a los suelos arenosos, con limo y piedras que ofrecen poca retención”. 

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